sábado, 20 de marzo de 2010

El tiempo (II) - Oir música

Venia oyendo a Bunbury, y no solo me acorde de un gran amigo oyendo sus frases.
Por primera vez, llevando el coche camino a casa no tenía ganas de llegar y acostarme. De hecho, no tenía ni ganas ni de llegar, y punto. ¿Cuánto tiempo puedes quedarte en la misma carretera en movimiento evitando acabar el camino tocando la meta? Me puse a pensar oyendo esa misma canción en todo lo que había vivido y que claramente describía el tema y me identifiqué. Hubiera querido quedarme toda la noche oyéndola, sin esperar a tener que aparcar el coche delante de mi casa. La canción terminó y empezó a sonar “Buscando una luna” de Extremoduro… Quizás la música me gusta tanto por que me puedo encontrar en ella, las estrofas de una canción pueden “calarte hondo” como decía Bunbury en el tema anterior, era alucinante.

La música, eso sí, es un arte limitado al tiempo, al momento. Para poder disfrutarla, hay que ser consciente que cada nanosegundo que transcurra oyéndola, llegará y se marchará, dejando su huella. Si quieres volver a repetir un solo momento de una canción que te llegue, hay que volver a repetir ese momento, encerrado en el propio tiempo.

Puede incluso haber gente que lo considere perder el tiempo, que oir música te roba los segundos y prefieran gozar el arte de otro modo. Artes no encerradas en el tiempo (no directamente al menos) como la pintura, son un ejemplo, ya que la atención visual la controla uno mismo, no como en la música, ya que este tipo de obra no puedes “mirarla”, solo escucharla en el maldito tiempo. Qué bonito sería poder escuchar música continuamente, no necesariamente tiene que ser una música con letra o estructura, lo importante es saber identificarse en ella. “Un momento se va y no vuelve a pasar”

Sin embargo, una canción que se goce aun siendo conscientes de su limitación, no es muy distinta a un viaje en coche. Sales de un punto para acabar en otro, y vas a llegar quieras o no (a no ser que te detengas, no queriendo aludir males mayores).

Se que esta canción me gusta tanto justo por eso, por que a pesar de estar encerrada en el tiempo, cada vez que invierto el mismo en escucharla atentamente, me transmite esa sensación de compañía, de comprensión, de identificación. Como si hubiera salido de mi propia mente, o como si compartiese la experiencia con el artista.

No se si es que a Robe le pudo pasar lo mismo, pero escuchándole en esta canción puedo oír algo que aun grito en mi interior “Que no pasa nada, ¡que no pasa nada!” Oyendo estos gritos casi rozando el sofoco y el llanto, una mentira a uno mismo, un engaño al propio corazón. Al gritar esto, si realmente Robe lo expresó así a posta, está claro que sí que pasa. Y es donde veo toda la verdad en esta composición.

Es una pena que se acabase. Buscando otras canciones en el disco no encontré ninguna que me apeteciera especialmente oír. Así que volví a oír a un volumen más bajo “Buscando una luna”, ya que entraba por fin en el Pueblo y no quería armar jaleo por las calles con el sonido de mis altavoces. ¿Veis? Mi viaje también llegaba a su fin, cómo evitarlo. No podemos controlar el tiempo ni el corazón, pero podemos aprovecharlo también para sentirnos un poquito acompañados, si oímos música.

O no.

2 comentarios:

  1. Gran reflexion amigo mio...gran reflexion...practicamente sin palabras, ojala llegue nuestro tiempo,el tiempo en el que gritaremos " A LA MIERDA TODO " y podamos pensar mas con la cabeza que con el corazon...claro y tambien con lo de abajo...o no XD

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  2. Parar no puedo el tiempo con mis manos
    Sino supiera que estoy tan atrapado
    Me gustaría mucho más

    Tiempo Perdido - Extremoduro

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